miércoles, 27 de agosto de 2008

Otro "Wilber" que quedó al campo!!!!!

Este pasado domingo fuí convocado por la familia de una amiga, al velorio de otro "Wilber".
Esta vez fué en Bacunayagua (la verdad que "fallecen" lejos esos animalitos), y para allá partimos bien temprano en la mañana para no perder ningún detalle.

En el cámino tuvimos que cruzar el puente y decidí subir al mirador a tomar unas instantaneas para hacerles un pequeño fotoreportaje. Es un lugar de obligatoria parada, al menos para todo aquel que asiduamente no cruce por allí y además sea admirador de la naturaleza y de grandes e importantes obras. Voy allá.....
El puente de Bacunayagua es un gran espectáculo de la geografía. En el lugar que se ubica señala los límites de las provincias de Matanzas y La Habana. Está catalogado como una de las maravillas de la ingeniería civil cubana y como el más largo y alto del país. Tiene 314 metro de largo y 110 de altura. Su contrucción constituyó una proeza por los sistemas y formas constructivas que fueron ejecutadas.

Varias pequeñas plazas rodean al salon central del mirador, las cuales están ubicadas a distintas alturas y ángulos; de manera que el espectador pueda disfrutar del lugar de diferentes puntos de perspectiva y referencia

El salón central del mirador, donde hay una cafetería en la que ofertan meriendas variadas, bebidas y chucherias a los visitantes. Además el mirador tiene otra zona exterior donde también
están instaladas mesas y sillas con el objetivo de que el visitante que lo desee; pueda sentarse al aire libre a disfrutar su merienda o disfrutar de la exquisita Piña Colada.
La Piña Colada, oferta especial del mirador. Bebida compuesta de orchata de coco, piña, y azúcar. Tienen dispuestas botellas de ron cubano para que el consumidor que guste, pueda incluirla en la bebida. Algo super especial como la preparan allí.
Una vista de la pequeña playa de Bacunayagua, desembocadura del rio del mismo nombre. No es una super playa pues la arena es bastante gorda y existen muchas piedras en el lugar; debido fundamentalmente al lugar donde se encuentra. Pero para refrescar está muy buena!!!!!!!
Acá una fotico con mi amiga y su mamá, quien no quiso ni mojarse ni tomar un poquito de sol. Nos dejó eso a nosotros los "jóvenes".
Bueno, aquí los enterradores decidiendo la mejor posturar para ubicar a Wilber, en sus últimos momentos en este mundo. Realmente no hubo mucho que decidir, pues los presentes estaban ansiosos de acompañar al ocsiso hasta su "última morada".
A petición de Wilber, el funeral fué acompañado de un buen campeonato de dominó. Claro que no podía faltar!!!!. Sería un gran sacrilegio.
Las plañideras, desesperadas por terminar su contrato y acordando con el funerario mayor sobre la repartición "de los bienes". Por supuesto que se tuvo en cuenta a la familia.
Ya de regreso pasamos por Santa Maria del Mar y decidimos darnos otro bañito. Eran las 8:15 pm, y recordé a mi amigo El Isleño a quien tanto le gustan las puestas de sol. A el le dedico esta última foto de mi entrada. Además para que todos disfruten de ella.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Coppelia

Estaba leyendo ahora este trabajo publicado en JR el pasado domingo y no pude evitar traerlo aquí para compartirlo con todos Uds. porque de estos mismos temas estuvimos comentando aquí hará unas semanas... Ojalá les recuerde muy buenos momentos en este emblemático lugar de La Rampa!!!!.

"Coppelia.



La heladería Coppelia cumplió, el pasado 4 de junio, 42 años de construida. Lo curioso es que este establecimiento monumental, enclavado en lo que sigue siendo el corazón de La Habana moderna, no se ha inaugurado nunca de manera oficial. Un día abrió sus áreas al público y la gente entró para saborear los 26 sabores de helados que ofertaba entonces y que, con el tiempo, llegaron a ser 54. Fue en esa época el centro de encuentro y reunión por excelencia, y en buena medida lo sigue siendo. Los jóvenes de entonces, antes de ir a cualquier lugar, iban primero a Coppelia, o terminaban la noche en sus predios. A la oferta de los helados se unía la de sueros y batidos, y los precios eran escandalosamente bajos, más si se comparan con la calidad del producto, sencillamente insuperable. Un helado Coppelia es un helado Coppelia, y punto.

El triunfo de la Revolución no solo propició a las grandes masas el acceso a la educación y la salud. Les abrió también las puertas del consumo y la recreación. Empezó a comer el que no comía, y clubes y centros de esparcimiento que fueron exclusivos de la burguesía se llenaron de trabajadores y estudiantes. El Instituto Nacional de la Industria Turística (INIT) impulsaba un plan de excursiones nacionales, con una campaña publicitaria sin precedentes que giraba en torno al lema «A viajar por mi Cuba que me lleva el INIT» y que podía pagarse hasta doce meses después de la fecha de su disfrute. Los congresos más trascendentes se celebraban entonces en el Hotel Habana Libre, y el Pabellón Cuba pasó a ser sede de grandes exposiciones, en tanto que en las aceras de La Rampa se empotraban losas de granito que reproducían obras de importantes pintores cubanos para convertirlas en una galería de arte sui géneris.

Era la época en que Miriam Acevedo cantaba poemas de Virgilio Piñera en El gato tuerto, y en La Roca, Martha Strada arrebataba con su estilo. Bola de Nieve complacía a sus admiradores en una sala pequeña, casi íntima del Museo Napoleónico y hacía que el público abarrotara el Auditórium Amadeo Roldán para escucharlo en sus recitales de medianoche, y el cantante José Tejedor tenía tres programas diarios en la radio cubana. Aquel año de 1966, cuando se inauguró Coppelia, fue también el de la primera feria del libro, que tuvo lugar en el Pabellón Cuba y sus alrededores. El año en que se reimplantó la venta liberada de los huevos, se inició, con carácter experimental, el plan de la Escuela al Campo y se creó el Centro Nacional de Permutas. Un año en que EE.UU. no pudo impedir la presencia de Cuba en los X Juegos Centroamericanos y del Caribe, que se celebraban en Puerto Rico. También un año de agresiones, sabotajes, infiltraciones enemigas, planes de atentado contra las más altas figuras de la dirección del país. Soldados norteamericanos, desde la base naval en Guantánamo, asesinaban a Luis Ramírez, combatiente del Batallón de la Frontera, y el Gobierno Revolucionario se veía obligado a decretar el estado de alerta ante una cínica declaración injerencista de Washington. Dos ciclones azotaron la Isla; el Alma, en junio, e Inés, en octubre. Se creó el Consejo Nacional de la Defensa Civil en aquel año que concluyó con una cena gigante en la Plaza de la Revolución en saludo a la victoria de enero.

Se extendía la cocina italiana en la preferencia del cubano; había croquetas que se pegaban al velo del paladar y les llamaban «mira cielo» o croquetas de ave... de averigua de qué estaban hechas. Aparecía tímidamente la guachipupa en sustitución del Son, el único refresco (de cola) que se expendía embotellado en la capital. Se comía espléndidamente en restaurantes como 1830 y Centro Vasco, y el espectacular sándwich cubano campeaba por sus respetos en El Carmelo de Calzada, en la Casa Potín y en La Alborada, del Hotel Nacional. Un sándwich y una cerveza por dos pesos de la época. Entonces en los restaurantes se ofertaba un solo plato fuerte por comensal y para repetir el sándwich y la cerveza en aquellas cafeterías se imponía hacer la cola de nuevo. ¡Y qué colas! Porque el ciudadano común de todas las procedencias y colores podía entrar a esos lugares y sentarse a una mesa, y tenía dinero para hacerlo.

El viejo hospital
Solo en una Habana así podía concebirse una heladería con mil capacidades como Coppelia. Hasta ese momento los establecimientos de ese tipo estaban dispersos por la ciudad, y muy célebre seguía siendo la heladería Ward, emplazada en la avenida de Santa Catalina, cerca de la Ciudad Deportiva, luego de haber estado situada en la calle 23. Las fábricas de helados vendían por lo general sus productos en la vía pública. Para ello, El Gallito se valía de coches tirados por caballos, alumbrados por una lámpara de carburo, en tanto que marcas como Hatuey, Guarina y San Bernardo, con un mejor posicionamiento del mercado, utilizaban camiones refrigerados, que se situaban en lugares céntricos, o carritos de mano, que el heladero empujaba mientras que, para anunciarse, hacía sonar su campanilla.

Yo no recuerdo qué hubo en la esquina de 23 y N antes de que allí se construyera, en 1963 y en solo 70 días, el Pabellón Cuba. Me inclino a pensar que se trataba de un terreno yermo que los arquitectos Juan Campos y Enrique Fuentes aprovecharon para emplazar esa edificación abierta a la brisa y a la perspectiva; un alarde de arquitectura aérea donde las suaves pendientes avanzan hacia la vegetación y el agua cristalina. Acogería entre otros eventos, la Primera Muestra de la Cultura Cubana, en 1967, y, en esa misma fecha, el importante Salón de Mayo, que trajo a Cuba desde París lo que en el mundo se hacía en el campo de las artes plásticas.

En la manzana comprendida entre las calles 23 y 21, L y K, donde se construyó la heladería Coppelia, estuvo el hospital Reina Mercedes. Se llamó así por la esposa del rey Alfonso XII, de España, bisabuelo del actual rey Juan Carlos. Mercedes murió poco después del matrimonio. Su muerte dio pie, en el Madrid de aquellos días, a un poemita que llega hasta hoy. «¿Dónde vas Alfonso XII? / ¿Dónde vas, triste de ti? / Voy en busca de Mercedes, / que ayer tarde la perdí». Pese al dolor de la pérdida, Alfonso volvió a casarse. El hospital pasó a ser entonces Nuestra Señora de las Mercedes, pero los habaneros terminaron llamándolo Mercedes a secas. Funcionó hasta 1954. Sus terrenos, que en 1886 costaron 7 000 pesos, se vendieron entonces en casi 300 000. Una compañía constructora se empeñó en edificar allí un hotel de 500 habitaciones. El triunfo de la Revolución tronchó el proyecto, y en el espacio del demolido hospital Mercedes se construyó un centro turístico con lagos y montañas artificiales, escenario flotante, bar, cafetería y restaurante para 500 comensales. Por razones que desconoce este escribidor, ese centro turístico no progresó y dio paso a un cabaret que llevó el nombre de Nocturnal. Llegó así el año de 1966. Se dice que de un congreso celebrado en el hotel Habana Libre surgió la iniciativa de convertir la zona recreativa en cuestión en un espacio más silencioso y familiar. Y fue así que alguien precisó la idea de la heladería. Cuando el arquitecto Mario Girona se enteró de que se le había confiado la ejecución del proyecto, se sintió anonadado. Se quería una cosa familiar, pero aquella heladería de mil capacidades, pensó, sería un establecimiento demasiado grande.

La Rampa
Ya para entonces La Rampa era La Rampa. Llamada así por su acentuada inclinación, se edificó en un abrir y cerrar de ojos desde que en 1947 se inaugurara el teatro Warner (actual cine Yara) y al año siguiente el edificio Radio Centro. No tardó en construirse el edificio Ambar Motors (actual Ministerio del Comercio Exterior), destinado a oficinas y sede de los distribuidores en Cuba de los automóviles Cadillac, Oldsmobile y Chevrolet y donde se instalaron además los estudios del Canal 12 de TV, y una escuela de dealers para casinos de juego...

Fueron esos inmuebles, situados en los dos extremos de La Rampa y en aceras opuestas, los que impulsaron el desarrollo de la zona. A partir de ellos y en menos de diez años se construyeron allí tal cantidad de edificios para viviendas, comercios, oficinas, agencias de publicidad y lugares de esparcimiento que resulta imposible, por razones de espacio, detallarlos. Se dice que una de las formas de medir la actividad comercial de una zona es por el número de agencias bancarias establecidas en ella. No menos de ocho oficinas centrales y sucursales de bancos se asentaron en La Rampa, y otras tres, que no alcanzaron espacio, lo hicieron en calles aledañas. La Rampa fue también el milagro del comercio habanero. Porque la gente se había acostumbrado a salir de compras por calles sustancialmente planas y cuyos portales la protegían del sol y de la lluvia. Nada de eso había en La Rampa y aun así se impuso.

La obra
Pronto pasó la confusión del arquitecto Mario Girona ante la obra que se le confiaba. Comprendió que era cosa de los tiempos nuevos y había que asumirla. Influido posiblemente por su exitoso proyecto anterior, el centro turístico Guamá, en la Ciénaga de Zapata, le bastó una semana para concebir el croquis de la heladería.

Como la obra seguía pareciéndole demasiado grande, capaz de aplastar al cliente, procuró que quien degustara un helado allí encontrara cierta intimidad a escala humana. Para conseguirlo diseñó cinco áreas pequeñas, una cancha amplia, pero dividida en tres secciones y un piso alto también seccionado. Incluyó asimismo en sus planos una frondosa vegetación natural que, lejos de importunar al cliente, se integraba en alguna medida con las áreas exteriores.

Columnas de hormigón armado, fundidas en el lugar, se emplearon en el edificio central. Se utilizaron en su construcción vigas prefabricadas a pie de obra y un techo circular, cuyo domo de 40 metros de luz libre está rematado por un lucernario de cristales de colores. Las vigas vuelan sobre las terrazas y se apoyan en muros que ofician como contrafuertes. Es de doce metros el diámetro de cada piso de los salones superiores.

«La presión de la edificación fue muy grande», recordaba el arquitecto Mario Girona. Por el sistema prefabricado se buscó la repetición de elementos estructurales como vigas y elementos de cubierta. A lo largo de seis meses se trabajó las 24 horas de cada día... Finalmente se concluyó, en tiempo, la obra ciclópea. Y por esas cosas de la vida ni siquiera tuvo ceremonia de inauguración. Un buen día se abrió, justo en junio de 1966, se empezó a vender y la gente curiosa entró a saborear helados.

El almanaque
Los años han pasado. Los últimos años golpearon a Coppelia de manera sensible. No oferta ya la gama de sabores que tuvo en un tiempo, ni el helado Coppelia es siempre Coppelia. En estos días de verano, niños y adultos hacen con júbilo largas filas bajo un sol de justicia para acceder a alguna de sus áreas. Otros esperan a que llegue el invierno, aunque sea nuestro invierno fementido, para acudir a la entrañable heladería que tantos recuerdos desenreda a los que tuvimos la dicha de visitarla cuando acababa de estrenarse. Solo que ahora acudimos a la caída de la tarde, y no en la noche, como antes. Señal de que esos 42 años que cumplió ahora Coppelia también empiezan a pesar de alguna manera en nuestra alma. Es decir, en nuestro almanaque."

jueves, 14 de agosto de 2008

Uno de la Semana de la Amistad

La Semana de la Amistad se celebra a finales de julio en Argentina, Paraguay y otros países...y eso genera un flujo enorme de mensajes amistosos. Me ha gustado mucho este encadenado de la amistad que me llegó hoy vía nuestra socia Mariela. Compartámoslo aquí...

He aprendido...que nadie es perfecto
hasta que no te enamoras.
He aprendido que...la vida es dura
pero yo lo soy más!
He aprendido que...las oportunidades no se pierden nunca, las que tu dejas marchar...las aprovecha otro.
He aprendido que...cuando siembras rencor y amargura
la felicidad se va a otra parte.
He aprendido...que necesitaría usar siempre palabras buenas...
porque mañana quizás se tienen que tragar.
He aprendido...que una sonrisa es un modo económico
para mejorar tu aspecto.
He aprendido...que no puedo elegir como me siento...
pero siempre puedo hacer algo.
He aprendido que...cuando tu hijo recién nacido tiene tu dedo en su puñito...te tiene enganchado a la vida.
He aprendido que...todos quieren vivir en la cima de la montaña...
pero toda la felicidad pasa mientras la escalas.
He aprendido que...se necesita gozar del viaje
y no pensar sólo en la meta.
He aprendido que...es mejor dar consejos sólo en dos circunstancias:
cuando son pedidos y cuando de ello depende la vida.
He aprendido que...cuanto menos tiempo derrocho...
más cosas hago.

Bloguear es una de ellas!... un abrazo amigos, quiero verlos pronto!

jueves, 7 de agosto de 2008

La Finca de Antonio

En abril de este año, nuestra empresa organizó una fiestecita en la cual compartimos todos los colegas junto a nuestros familiares.
La cosa fue en una finca, propiedad de Antonio. El y su familia se encargan de mantenerla y cuidarla; además que son los que preparan todo el banquete para los comensales que asisten a los encuentros que allí se hacen.
No voy a extenderme en detalles. Solamente le diré que es “ESPECTACULAR”
Lo que más llamó la atención de todos y más aún a los niños; era la cantidad de animales sueltos que allí hay. Andan por todo el lugar y compartieron junto a nosotros todo el tiempo. Lo mejor del caso es “QUE NO SE VAN”. Parece que se sienten bien cuidados.
Y para que vean que no es exageración de mi parte aquí les dejo unas muestras.

Este era el maestro de ceremonias. Increiblemente deambuló en la entrada de la finca durante todo el tiempo que fueron llegando personas. Después comenzó a pasearse por el área donde nos encontrabamos sentados, pasando entre mesas y desgraciadamente la única vez que abrió su cola; yo no estaba presente.

Esto que ven acá es una fuente natural, que el dueño de la finca ha ido decorando con plantas, rejas y vasijas de barro y marmol. El conjunto es..... Bueno, ya lo están viendo

Acá una mata de frutabomba, rodeada de helechos y no se cuantas especies más. La reja que se ve al fondo es la entrada de un pequeño herbario que construyó Antonio, con el objetivo de tener garantizadas plantas sustitutas.
Y esto es un clon de una cabaña haitiana. La concibieron a la entrada de la Finca y de veras que impresiona. Como ven tiene portal y dentro sala comedor, cocinita, dos habitaciones y baño intercalado.
Un hall que fue cubierto de platicelios y miren las flores que echan!!!!!!
Esta es la parte que más gustó a los chamas. Cuando los papás le decían: lleven trusa que hay piscina, no lo creían y al final hubo que sacarlos a rastras.
Estos dos ejemplares estuvieron bastante apartados casi todo el tiempo. Paracen que estaban
cuidando al futuro bebé. Y la cara que puso la madre cuando vió el color del huevito!!!!
Un guineo, que según me comentó el dueño; son los que más trabajo le ha costado que se acostumbren a andar sueltos sin intentar la "fuga fantástica". Nada, que de vez en cuando y en represalia, ha tenido que "rebajarle" un poco las alas a algunos.

Y al final después de tanto despeje, aire libre y contemplación; llega el momento de la jamazón.

De veras fue un día especial. Estuvimos allí hasta cerca de las 8:00 pm, hora en que el anfitrion toca la campana y "calabaza, calabaza, cada uno para su casa".

miércoles, 6 de agosto de 2008

Una curiosidad inglesa.


Esta "curiosa" noticia originada en el Reino Unido la escuché anoche en la última emisión del noticiero y me ha resultado interesante porque no es como las piedras de Stonehenge que tanta cobertura recibe mundialmente _hasta en uno de los escritorios de Windows sale!!!_... En resumen, creo que es algo curioso y quise compartirlo con todos Uds., porque sé muchos que "cojean de la misma pata" que yo...

Por cierto, niñas control!!!... que "la cultura no tiene momento fijo" ;-)))

sábado, 2 de agosto de 2008

El encanto de las puestas de sol...

Recientemente una amiga indispensable y una tía me comentaban que les habían gustado algunas fotos mías recientes donde captaba ese momento en que el Sol decide esconderse tras el horizonte y, a la vez, me comentaban que eran fotos dignas de ser mostradas, así que, tal como me lo han sugerido, he rescatado algunas de esas fotos más recientes y las traigo aquí, a nuestro espacio, porque sé que entre todos nosotros hay muchos a los que nos gustan esos momentos de la tarde, trazos vividos con anterioridad que nos hacer recordar, al menos a mi y no sin cierta nostalgia, de algún amor que nos acompañó a esta hora, que nos dio la posibilidad de compartir el silencio, de disfrutar, esa hora del día.

En fin, que también estas fotos son para quien haya disfrutado solo ese instante o quien no los haya podido ver por vivir en otras latitudes... Sólo digo como mi abuelita: “nunca es tarde si la dicha es buena”.