martes, 9 de octubre de 2007

Solo un alto en el camino...

Hay hombres que luchan un día
y son buenos.
Hay otros que lucha un año
y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años
y son muy buenos.
Pero hay los que lucha toda la vida:
esos son los imprescindibles.

Bertolt Brecht

Hemos dicho que este es un sitio de recordación de momentos comunes de nuestro grupo. Entonces no seríamos sinceros con nosotros mismos si no mencionáramos la enorme influencia que en nuestra generación (y, por ende, en nosotros) tuvo el Ché.

Fuimos nosotros quienes primero gritamos que queríamos ser como el (sin saber qué significaba eso). Fuimos nosotros los primeros que fuimos con nuestros padres a trabajos voluntarios y movilizaciones animados por su ejemplo. Entonces todo era diferente... o quizá, a lo largo de tantos años, sea nuestra mirada la que ha cambiado... y no se puede reprochar. Es de humanos el cambio y la "evolución", pero también es de humanos afianzar determinados valores y rescatar aquellas cosas en las que se cree.

El Ché que ha asomado en tantos libros y documentales en los últimos años es más humano y real para nosotros que aquel que recordamos, mucho menos dogmático pero _justo por eso_ quizá lo hallo más cercano. Al fin y al cabo, no es más que eso, un Hombre... pero ese fue de los que hablaba Bretch (y que yo me lo he tomado prestado solo un minuto), o sea, de los que son IMPRESCINDIBLES.

Hace hoy 40 años ese hombre fue asesinado en La Higuera por un suboficial del ejército boliviano.

Y hace solo unos días circuló por todo el mundo la noticia de que el Sr. Mario Terán recuperó su visión gracias a una operación en un hospital en la ciudad de Santa Cruz, hospital recientemente donado por Cuba a Bolivia como parte de la Operación Milagro. Los médicos oftalmólogos que lo operaron son cubanos, de esos que crecieron jurando cada día en su escuela que "querían ser como el Ché".

Marío Terán fue el suboficial que disparó contra el Ché. Posiblemente el no lo sepa, pero fue el Ché quien le devolvió su visión, a casi 40 años de que el mismo lo matara.


(El Ché preso. Foto tomada el 8 o el 9 de octubre de 1967, en la escuelita de La Higuera. El primero a la izquierda es Mario Terán).

2 comentarios:

Iván dijo...

Son las ironías de la vida:
Ya había leido sobre el tema y transcribo una versión en español que circuló y a través de la cual conocí de la noticia

"Che vuelve a ganar otro combate"

HÉCTOR ARTURO

Lean bien este nombre: Mario Terán. Mañana nadie lo recordará, como ya le ocurrió hace cuatro décadas, cuando lo convirtieron en noticia. Pero ahora solo les pido que al menos por un instante graben bien este nombre en las memorias, para que nadie olvide y todos juzguemos.

El hijo de este señor se presentó en el periódico “El Deber”, de Santa Cruz, en Bolivia, con el ruego de que publicaran una nota de agradecimiento a los médicos cubanos que habían devuelto la vista a su anciano padre, tras intervenirlo quirúrgicamente de cataratas, mediante la Operación Milagro, uno de los verdaderos milagros del ALBA, que iniciaron Venezuela y Cuba y al cual se han sumado también Bolivia y Nicaragua.

El padre de este boliviano agradecido es Mario Terán. A los que tenemos más edad, puede que el nombre nos suene a haberlo escuchado antes. Los jóvenes quizás jamás hayan oído hablar de él.

Mario Terán fue el suboficial que asesinó al Comandante Ernesto Che Guevara el 9 de octubre de 1967, en la escuelita de La Higuera.
Al recibir la orden de sus jefes, tuvo que acudir al alcohol para llenarse de valor y poder cumplirla.
Él mismo narró después a la prensa que temblaba como una hoja ante aquel hombre a quien en aquel momento vio “grande, muy grande, enorme”.

Che, herido y desarmado, sentado en el piso de tierra de la humilde escuelita, lo observó vacilante y temeroso, y tuvo todo el coraje que le faltaba a su asesino para abrirse la raída
camisa verdeolivo, descubrirse el pecho y gritarle: “No tiembles más y dispara aquí, que vas a matar a un hombre…”

El suboficial Mario Terán, cumpliendo órdenes de los generales René Barrientos y Alfredo Ovando, de la Casa Blanca y de la CIA, disparó sin saber que las heridas mortales abrían huecos junto a aquel corazón para que continuara marcando la hora de los hornos. Che ni siquiera cerró sus ojos después de muerto, para seguir acusando a su asesino.

Mario Terán, ahora, no tuvo que pagar un solo centavo por haber sido operado de cataratas por médicos cubanos en un hospital donado por Cuba e inaugurado por el presidente Evo Morales, en Santa Cruz. Anciano ya, podrá volver a apreciar los colores del cielo y de la selva, disfrutar la sonrisa de sus nietos y presenciar partidos de fútbol.

Pero seguramente que jamás será capaz de ver la diferencia entre las ideas que lo llevaron a asesinar a un hombre a sangre fría y las de este hombre, que ordenaba a los médicos de su guerrilla que atendieran por igual a sus compañeros de armas que a los soldados enemigos heridos, como siempre lo hicieron en Bolivia, al igual que antes lo había hecho en las montañas de la Sierra Maestra.

Recuerden bien este nombre: Mario Terán, un asesino vulgar, que vuelve a ver gracias a los médicos seguidores de las ideas de su víctima.

A cuatro décadas de que Mario Terán intentara con su crimen destruir un sueño y una idea, Che vuelve a ganar otro combate. Y continúa en campaña…

El isleño dijo...

Nada, Ivánosvky, que la vida da unas vueltas indecisfrables y lo que hoy está bien, mañana puede que esté 100 % errado... y que solo teniendo mucha luz larga y muchísima más confianza en la gente se podría prever una cosa así.

pero, por sobre todas las cosas, creo que tiene un valor simbólico enorme...y es por eso que se ha convertido en noticia de la noche a la mañana.